"Creo que la vida es un deber"

Luis de Moya, médico y capellán 

Arturo San Agustín. EL PERIODICO. Barcelona. 27. I .1998



 

 

Breve historia de mi caso

 

LA ENTREVISTA

Gasta una voz decidida, llena de más proyectos de los que caben en una vida. Le escribió muchas cartas a Ramón Sampedro -el marinero que quería ser libre-, pero sólo le contestó una vez. Fue profesor de Ética y Filosofía en la Universidad de Navarra. Problemas burocráticos le han obligado a ejercer más de capellán que de profesor. La ortodoxa sotana pone de manifiesto que es del Opus Dei.

--¿Qué le sucedió el 2 de abril de 1991?

--Que regresando a Pamplona me salí de la carretera y me estampé contra unos árboles.

--Y quedó tetrapléjico.

--Así es. Carezco de sensibilidad y movilidad desde la clavicula para abajo. El puro estado nebuloso en que quedé, el atontamiento, me ayudó a no tomármelo muy dramáticamente.

--Pero un día uno recupera la lucidez

--Yo nunca he tenido la impresión de que se me cayera el mundo encima. Lo primero que empecé a pensar era que seguía siendo el mismo de antes. Y ante todo me reconocía sacerdote. He perdido muchísimas cosas, pero sigo siendo sacerdote.

--Y del Opus.

--Sí. Lo he contado todo en un libro de reflexiones y experiencias que titulé Sobre la marcha.

 

 

Quién ha ganado con su muerte

 

--Usted se había carteado con Ramón Sampedro.

--Se pueden decir tantas cosas...

--Tarda usted en responder.

--Es que creo que ha habido mucha maniobra subterránea. La pregunta es quiénes han ganado con esto.

--El señor Sampedro. Que querría morir.

--Yo, objetivamente, no opino lo mismo. Digamos que se ha salido con la suya. Eso sí. Pero no ha ganado nada. La eutanasia es rnatar a una persona.

 

 

La libertad no garantiza el bien y las cosas son como son

 

 

 

 

 

 

 

--Esa es sólo su opinión.

--A ver. Somos libres para pensarlo. Somos libres para hacerlo. Pero nos estamos arrogando un derecho que no tenemos. Ese derecho sólo pertenece a Dios.

--¿Y si alguien no cree en Dios?

--Mire, yo soy cura. Y eso es así aunque usted no se lo crea. Otro ejemplo. Tengo 44 anos. ¿Se lo cree usted?

--Si. ¿Y qué intenta demostrar con eso?

--Que las cosas son como son.

--Regresemos, si le parece, a Ramón Sampedro.

--Tuve noticia de él a través de un periodico. Le escribí porque llevaba ya 25 años postrado en una cama, y eso hizo que le admirara. También le escribí porque yo estaba entonces en el tercer año y tenía una absoluta inexperiencia. Me extrañó que después de tanto tiempo quisiera rnatarse.

--Quizá se cansó de sufrir.

--Si, claro. Aquella carta se la mandé a través de un periódico y no hubo respuesta. Sé que no la recibió. Meses después otro periódico me hizo una entrevista y le conté esto. El periodista me facilitó el teléfono del señor Sampedro y, automáticamente, le llamé. Le hablé de la carta que le había escrito y le prequnté si quería que le enviara una copia. Me dijo que sí.

--¿Le contestó?

--Me escribió 20 cuartillas. Su argumento fundamental era la pérdida de libertad. Volví a escribirle, pero él, en su carta, ya me decía que, puesto que los dos teniamos muy claro lo que queríamos, no tenía sentido que siguiéramos escribiéndonos.

 

 

Lo que se puede si se quiere

 

--¿Usted puede escribir?

Con el ordenador. Mi e-mail es ldemoya@ unav.es. Y mi web es http://www.unav.es/capellania/ldm. Mire, la lesión de Ramón Sampedro era lo que se conoce por una C-7. El no movía las manos, pero sí los brazos. Yo conozco un chico en San Sebastián que tiene una lesión C-6, es decir, peor que la de Sampedro, y, sin embargo, mueve una silla de ruedas con sus brazos. Y ahí está. Tuvo una lesión cuando era estudiante de ingeniería y ahora trabaja de ingeniero.

--¿Cuál es su lesión?

--La mía es C-4. A medida que aumenta el número la lesión es menos grave. Ramón Sarnpedro estuvo siempre en la cama, porque él quiso.

--Supongo que tenía esa libertad.

Por supuesto. Yo le sigo teniendo un grandísimo respeto.

 

 

La dignidad de la persona

 

--¿Qué es para usted la dignidad?

--¿Hay algo más digno que una persona?

--No. Por eso, algunos, cuando no pueden valerse por sí mismos, deciden acabar libre y voluntariamente con su vida.

--Pues justamente eso va en contra de la dignidad de la persona. Hace poco, en Santiago, di una conferencia titulada El valor del sufrimiento. Sé que alguien la grabó con la intención de dársela a Ramón. Intenté estar con él, pero la escalera que llevaba a su habitación era impracticable para mi silla. Ls únicos que pudieron pasar fueron unos caramelos que a Ramón le gustaban y que cornpré para él. Me hizo la broma de regalarme uno. Mire, la vida se deprecia cuando nos consideramos dueños de ella.

--Esa es sólo su opinión.

--Yo trato de ser sincero conmigo mismo. Y en modo alguno obligo a nadie a creer en lo que yo creo. Pero me niego a que en mi sociedad se tenga a las personas por algo que no vale nada.

 

 

La vida es un deber

 

 

 

 

 

 

 

--Eso no lo dice nadie. Lo que si dicen algunos es que la vida es un derecho, no un deber.

--Yo creo que la vida es un deber. ¿Tiene usted hijos?

--No.

--Si los tuviera, ¿tendrían sus hijos el deber de quererle?

--No.

--A ver, ¿acaso somos los dueños del universo?

--Algunos sólo ceen que tenemos derecho a ser dueños de nuestra propia vida.

--Pues, con todos los respetos, creo que eso no es de sentido común.

--¿Hay algo más alejado del sentido común que la fe?

--Usted no conoce a Dios personalmente, pero sí conoce sus efectos. Lo que necesitamos las personas como yo es que alguien nos ayude. Lo primero que me dijeron después del accidente fue que lo importante era que me sintiera útil y querido. Y ésa es la gran verdad. Quizá Ramón Sampedro no se sentía útil. Y lo digo con todo respeto.

--Supongo.

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