«Una persona que se siente querida no puede desear la muerte en ninguna circunstancia»

 

Luis Moya sigue luchando por la vida desde su silla de tetrapléjico

ABC, Pamplona, 21.II.94. Carmen García Romero

Para Luis Moya, «lo que arrastra, atrae, entusiasma, lo que da ganas de vivir es notar el cariño de los demas. No me cabe en la cabeza que una persona quiera morirse si se siente querida». Este sacerdote y médico de 40 años lleva cuatro en una silla de ruedas por un accidente de trafico. Ha sido mucho el tiempo para luchar y mantener su ritmo de vida y sus proyectos. Tengo ganas de vivir porque veo que a los demás les intereso.

 

 

 

Desde la limitación también se puede ayudar

 

«Yo también puedo transmitir a otros lo que llevo dentro porque soy útil. También puedo querer, animar y alegrarme por otros, y eso me da ganas de seguir luchando. ¿A quién no le empuja a seguir trabajando el ver que lo que hace gusta, que es interesante o se aprecia?». A Luis Moya le gustaría que este mensaje de esperanza y optimismo llegara a los oídos de Ramón Sampedro, que estos días espera el veredicto sobre su petición de eutanasia. Moya ha intentado repetidas veces ponerse en contacto con él desde el verano pasado, cuando conoció su caso, pero ha chocado con el recelo de los que rodean a Ramón.

Conciencia de estar vivo

Este hombre lleva más de tres años sobre una silla ruedas a causa de su tetraplejia. Para él, mover el cuello es la vida. Prueba de ello es que «yo prácticamente no me muevo y estoy vivo. Y tengo una conciencia de estar vivo tremenda.

Este sacerdote y médico de 40 años no ha dejado sitio a la desesperanza. Ha luchado por recuperar parte de sus actividades anteriores y hace planes para el futuro, como volver a dar clase de Teología en la Escuela de Arquitectura o escribir algún libro.

 

 

La técnica al servicio del discapacitado

 

Luis Moya maneja con la boca su silla de ruedas con gran maestría. Con ella hizo una admirable demostración para entrar en la pequeña salita donde nos recibió, en el Colegio Mayor Aralar de Pamplona. También utiliza la boca para trabajar con el ordenador.

Confía en los avances científicos. «Hoy en dia hay aviones enteros que son capaces de dirigir la trayectoria de los misiles con la mirada de los ojos. Es cuestión de cierto interés y de tener gente que se preocupe un poco por uno y que pongan las manos y los pies que a mí me faltan».

--¿Cree usted que si algunos tetrapléjicos tuvieran sus posibilidades seguirian queriendo morir?

--Estoy convencido de que no. Lo que sí tengo claro es que lo que arrastra, atrae, entusiasma, lo que da ganas de vivir es notar el cariño de los demás. No me cabe en la cabeza que una persona quiera morirse si se siente querido. Una persona tetrapléjica, si tiene la cabeza en su sitio, es como los demás. Todo el mundo quiere amor.

 

 

Por un golpe tonto

 

Hace cuatro años, cuando regresaba a Pamplona después de haber visitado a sus padres en Ciudad Real y de haber comido con su hermano en Madrid, se durmió al volante a la altura de Tudela. No recuerda nada de su accidente, pero sí le contaron que se llevó por delante la valla de seguridad de la autopista y tres almendros. Una interrupción medular a partir del nivel C-4, causada por la rotura de dos vértebras, le ha paralizado del cuello para abajo. También sufrió un edema cerebral y su respiración se vio afectada hasta el punto de que hubo que practicarle una traqueotomía. Ahora respira autónomamente, aunque con algunas deficiencias, que le hicieron visitar de nuevo la UCI el año pasado, en estado muy grave.

 

 

 

Con optimismo todo es más fácil

 

 

 

 

 

 

 

 

Volver a las aulas

Sonríe, sonrie casi siempre, y despide una sensación de serenidad -a pesar de su habla animada-, al reconocer que está en nú meros rojos. Su vida apenas ha cambiado en lo esencial. Se levanta a las siete, concelebra la misa -lo hacía incluso cuando estaba ingresado-, acude a confesar todas las mañanas, lee, da algunas charlas. Los sábados y domingos que hace buen tiempo va al campo para liberarse de las tensiones diarias y practicar su gran afición, la micología. Es un estusiasta de las setas.

Para el mes de marzo confía volver a las aulas. «Pensar que uno debe dejar una actividad en el siglo XX, con todos los adelantos que hay, porque no pueda caminar... No es motivo. Tendremos que solucionar algunas cosas mecánicas: si el aula está arriba y hay que subir un montón de escalones, a lo mejor los alumnos pueden bajar, u organizarse un ascensor».

Luis Moya reconoce con algo de picardía que se lo pasa bien asombrando a algunos. Recuerda la última vez que fue a votar: «Mi mesa electoral estaba en el segundo piso de una "ikastola" y había una rampa fenomenal, larguísima. Sobre todo a la bajada, cogí una velocidad con la silla...!».

--En su situación, ¿no cree que «juega con ventaja» por ser sacerdote?.

--Si a mí me sirve el ser espiritual para entender esta situación, el tener fe para seguir con ganas de vivir, a mí lo que me dice es que la fe funciona. Pero la fe no es una «comida de coco». Si fuera eso o algo falso e inconsistente no me lo solucionaría».

Conceptos

Testimonios

Los médicos

Gente diversa

Correo

La Filosofía

El Derecho

Con la Iglesia

New

Principal