La sensibilidad ha cambiado: no se debe hablar de la muerte

Angustia y eutanasia

Los cuidados paliativos, y no la eutanasia, son los que aseuran una muerte digna

Carmen Gómez Lavín, Médico-psiquiatra. Diario de Navarra Lunes 2 de Febrero, 1998


Estamos en un momento cultural en el que el tema de la muerte se ha convertido en un tema tabú. Hasta hace unos años el tema tabú por excelencia era la sexualidad: hablar de sexo era algo obsceno y de mal gusto socialmente. Ahora, lo casi pecaminoso y de mala educación es hablar de la muerte.

La muerte es quizá el hecho natural más desconocido con el que todos nos tenemos que enfrentar. Por ello genera una fuente de angustia insoportable.

La angustia que se puede definir como temor a lo desconocido es, junto con la soledad, una de esas emociones que más nos cuesta soportar.

 

 

El natural avance de la medicina reclama saber ayudar al enfermo crónico

 


Es verdad que la medicina actual ha obtenido resultados espectaculares en la prolongación y calidad de vida. Aun en caso de enfermedades muy graves se puede proporcionar al enfermo abundantes recursos que cambian su pronóstico de vida durante largos periodos de tiempo. Pero también es cierto que es necesario prestar atención a esta etapa evolutiva final de numerosas enfermedades crónicas.

Sabemos que los estados terminales representan un síndrome bien definido con criterios diagnósticos, factores pronósticos y enfoque terapéutico específico.

Curar, aliviar y consolar son las tres columnas maestras del intento de ayudar a un semejante enfermo.

 

 

La asistencia médica al incurable es uno de los más nobles deberes profesionales del médico


En artículos de prensa, en programas de radio y televisión se emplean con frecuencia las expresiones «ayuda a morir» o «muerte digna». Tales expresiones, aunque tienen una apariencia aceptable, esconden con frecuencia actitudes poco dignas, me atrevería a decir antihumanitarias.

Mientras que la asistencia médica al incurable es uno de los más importantes y nobles deberes profesionales del médico, la eutanasia es por el contrario la destrucción deliberada de una vida humana.

La ciencia, aun cuando no puede devolver la salud, debe esmerarse en proporcionar al enfermo cuidados físicos, psíquicos e incluso espirituales, con medios normales de apoyo vital.

Los que piden la muerte no desean realmente morir

 


Muchos psiquiatras están de acuerdo en afirmar que quienes piden que se les provoque la muerte, no la buscan realmente, sino que quieren con ese gesto recuperar la atención y el apoyo debido de personas cercanas.

Si los médicos asumimos que es tan importante cuidar y consolar como curar, admitiremos la muerte del paciente como un hecho natural y no como un fracaso personal.

El diagnosticar, tratar y restablecer la salud son objetivos de la medicina curativa. El alivio del sufrimiento físico o moral y la ayuda familiar, espiritual y social son los de la medicina paliativa.

No se espera de los médicos que dispongan siempre de remedios contra la muerte, sino que tengan el saber necesario para aliviar el sufrimiento, y lo sepan aplicar con sabiduría y humanidad en el momento adecuado. Los médicos tenemos que seguir esforzándonos en aliviar los dolores, no sólo para aplacar la angustia sino también porque todo hombre que sufre invita a una compasión activa y eficaz.

 

Rechazar la eutanasia no es caer en el Los que piden la muerte no desean realmente morir


La eutanasia nunca es una manifestación de piedad. El enfermo grave o en fase terminal necesita un apoyo humano, psicológico y espiritual para superar el desaliento y la soledad en que se puede encontrar. Ello sí es una muestra inestimable de solidaridad.

El rechazo de la eutanasia no significa acudir a un ensañamiento terapéutico. Nadie está obligado a someter al enfermo a tratamientos inútiles o desproporcionados.

 

En Europa proliferan los «Hospices»


En varios países europeos cada vez hay más «Hospices», que no son sino pequeños hospitales equipados con todos los medios necesarios para atender a enfermos terminales. Suelen disponer de 15 ó 20 camas y son atendidos por un equipo multidisciplinar formado por médicos, enfermeras, psiquiatras, sacerdotes... De este modo el paciente puede recibir no sólo el tratamiento médico pertinente, sino también apoyo psicológico y ayuda espiritual si lo desea. Este proyecto ya se ha iniciado en Barcelona y está siendo un modelo para la O.M.S.

 

Convertir la actual cultura de muerte en una cultura de vida


De cualquier forma, es importante volver a introducir valores humanísticos en la medicina y devolver al enfermo terminal la dignidad que toda persona tiene, porque es la única forma de ayudarle a resolver su angustia y convertir la actual cultura de muerte en una cultura de vida, digna del hombre.

 

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