Eutanasia, calidad de vida y cáncer



Dr. Gabriel Martín Clemente
Especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública
www.e-cristians.net

Ya no se puede admitir

        La tendencia actual es que la eutanasia se debe considerar cuando la enfermedad provoca un sufrimiento extremo y la vida ya no es digna, debido a que la calidad de vida (CV) está tan deteriorada que ya no merece la pena vivirla. He podido corroborar que las variables psicosociales modifican la CV en el cáncer; de tal manera que el malestar emocional y, paradójicamente (debido a la mayor sensación de pérdida), las circunstancias sociológicas favorables propician una CV negativa en el paciente oncológico.

        La CV ínfima, fruto del sufrimiento en el paciente que va a morir, se utiliza como argumento para justificar la eutanasia; por lo que es preciso conocer cómo actúan las circunstancias socioemocionales y la fase de la enfermedad sobre la CV del paciente con cáncer, para comprobar si la CV es un parámetro idóneo a la hora de avalar la eutanasia.

        En mi última investigación, he logrado demostrar que la CV y las circunstancias socioemocionales de las que depende confluyen en el cáncer; pero, ante la progresión metastásica y la posibilidad real de muerte, CV y situación sociológica y emocional (identificada por el sufrimiento) siguen caminos divergentes. Por consiguiente: La CV ínfima no puede utilizarse como coartada legal para justificar la eutanasia y acabar con el sufrimiento.

El psiquiatra y su importancia en estos casos         Al quedar quebrantadas las conexiones entre las circunstancias socioemocionales y la CV del paciente con cáncer que va a morir, es difícilmente sostenible el mantenimiento del nexo entre la promoción de la dignidad y de la CV en el enfermo terminal o entre la situación socioemocional y la CV, siendo necesario identificar la presencia de depresión, la desesperanza y el grado de soporte social. Además, el apoyo del paciente oncológico terminal a la eutanasia está ligado a la ausencia de creencias religiosas y al deseo de liberar a la familia de la pesada carga que le supone su enfermedad, pero no lo está a la severidad de la enfermedad o al distrés. Por otra parte, el deseo de morir se asocia estrechamente en el enfermo terminal con una depresión clínica que puede ocultarlo en su acepción de dignidad, una situación potencialmente tratable y que se puede mitigar; por consiguiente, el debate informado acerca de la eutanasia debe reconocer la importancia de las consideraciones del psiquiatra, que pueden trascender al deseo de morir del paciente y clarificarlo. Además, el deseo de "tirar la toalla" puede convertirse más tarde en un "deseo de vivir" a toda costa. Todas estas circunstancias personales (donde se circunscribiría la autopercepción de la dignidad, además del estado socioemocional) y la CV no se pueden conjugar, al no ir parejas ante la inminencia de la muerte.
Datos existenciales

        Estos datos apuntan el declive de la significación clínica de la CV con la progresión del cáncer, trasladándose la significación de la CV hacia un escenario donde los aspectos existenciales (religiosos y éticos) podrían tener una especial relevancia y cuya magnitud debería ser objeto de estudio en el futuro.

        En conclusión, la CV no es un parámetro idóneo para argumentar un modelo de dignidad ante la finitud en la enfermedad oncológica; cuyo paradigma de este canon de dignidad sería la propuesta de la eutanasia ante una CV ínfima.

        Siguiendo estos planteamientos, se hace necesario reconsiderar el binomio CV-eutanasia; al menos en los pacientes oncológicos. Sobre todo, porque la idea, aceptada en la actualidad, de que para realizar juicios y tomar decisiones acerca de la aplicación de la eutanasia al paciente que va a morir haya que centrarse en su CV, conceptualmente está muy extendida y consolidada.

 

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