Un mal entendido respeto de la libertad

El pasado 28 de noviembre, el Parlamento holandés aprobó por 104 votos a favor y 40 en contra la legalización de la eutanasia, incluso para niños de doce años, con el consentimiento de uno de sus padres. Ha sido la primera vez que un país da un paso de tal calibre para legalizar la mal llamada "muerte dulce". "Tengo todavía la esperanza de que el Senado no apruebe esta ley de la eutanasia" -confiesa el cardenal Simonis- . "El Consejo de Europa ha advertido a Holanda que la ley de la eutanasia entra en colisión con los derechos humanos. La ley ha pasado sólo en la Cámara baja; espero que las consecuencias de esta ley sirvan para reflexionar".


Entrevista al cardenal Adrian Simonis, arzobispo de Utrecht, sobre la eutanasia

Alfa y Omega nº 236, 14.XII.2000


Según los sondeos, el 80% de los holandeses están a favor de la eutanasia.

Hay que analizar bien estos datos. Ahora, en la mentalidad común reina el primado de la autonomía, el derecho absoluto a disponer de sí mismos, según un mal entendido respeto de la libertad. Dicen: Yo no pido la eutanasia para mí, pero no puedo negarla a quien la quiere. Es la cuestión afrontada en la Veritatis splendor: la moderna enfermedad del hombre no se adhiere ya a la verdad objetiva, sino a la subjetividad de los sentimientos, quizá buenos. En el razonamiento común, la verdad desaparece y queda el sentir. No vale ya lo que es verdad, sino sólo lo que siento como verdadero. ¡Qué razón tiene el Papa y qué razón tiene su Veritatis splendor!


También se dice que muchos enfermos terminales piden la eutanasia.

Recuerdo la última semana de mi madre, con nosotros, once hijos, en torno a su lecho. Ella no dejaba de repetir: ¡Qué peso soy para vosotros! ¿Cómo haréis para ir de vacaciones? Los viejos sienten que son un peso. Piden la eutanasia para no ser un peso, en esta sociedad dedicada totalmente al beneficio, donde nadie tiene tiempo. Así, esta ley, que pretende regalar una nueva libertad, impone en cambio lo contrario. Olvida a los más necesitados de solidaridad humana. Ahora hay una ley que permite. Y en un ambiente que no tiene respeto por la dignidad de los que sufren, por la vejez, por la agonía, en una población en la que la mitad se declara sin fe alguna, esta ley se convierte en una presión para los viejos: se puede, es lícito, por tanto, ¡deja de ser un peso! Pero la petición de eutanasia es casi siempre sólo una petición de ayuda. Sólo una sociedad cruel, que no piensa más que en el dinero y en los negocios, no puede comprenderlo.


Entre ustedes ya se han dado casos de eutanasia pedida por un deprimido psíquico, o sea una patología mental cuyo riesgo clínico es precisamente el suicidio. ¿Asiste el Estado a estos enfermos?

El Estado tiene el deber de defender a sus ciudadanos, a todos; incluso contra sí mismos. Es un razonamiento acorde con el derecho y la razón. Pero ¿cuántas veces nosotros, obispos de Holanda, hemos usado estos argumentos filosóficos, racionales, contra los atentados a la vida? Los protestantes, los evangélicos nos reprochan incluso que usamos argumentos demasiado racionales, demasiado filosóficos y puramente humanos. Demasiado laicos. Los pastores protestantes usan sólo argumentos tomados de la Escritura. Pero no es nuestra línea: Gratia supponit natura, la gracia no sustituye a la naturaleza. Nosotros, los obispos, nos hemos arriesgado a adentrarnos en el campo técnico, hemos señalado las nuevas terapias contra el dolor, hemos indicado la presión indebida que ejercen las normas actuales sobre los médicos, que a menudo se encuentran en dificultad para negar la eutanasia, como si ya fuera un derecho...


¿Resultados?

La abundancia de nuestros documentos y declaraciones es incluso contraproducente. La prensa replica: Ya están los obispos de siempre prohibiéndolo todo. Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad, han cambiado la mentalidad común de la gente. Paso a paso, año tras año.


¿Y los magistrados, y los políticos?

Ya... La puerta ha sido abierta por el aborto, cuya legalización pasó a duras penas, con un solo voto. En aquel entonces ya lo advertimos: Acabaréis por autorizar la eutanasia, estáis sobre un plano inclinado. No nos escucharon. He aquí ahora la eutanasia legal.


¿Es verdad que el obispo de Roermond ha prohibido suministrar la santa Unción a quien ha dado el consentimiento preventivo a la propia eutanasia?

Es verdad y es correcto. No se puede pedir a la Iglesia que bendiga sacramentalmente un acto suicida.

Zenit

 

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