Alternativas a la eutanasia y al suicidio asistido

La atención a los moribundos en las
"Unidades de Cuidados Paliativos"

Por Brian Clowes, Ph.D.
Director del Instituto de Capacitación para la Vida y la Familia de Human Life International

 

Es posible aliviar el dolor

 
El cuidado profesional del movimiento de cuidados paliativos puede proporcionarse tanto en el hogar como en instalaciones especiales para los moribundos. El propósito de este servicio es aliviar el dolor psicológico de la soledad, así como el dolor físico que muchos moribundos experimentan hacia el final de sus vidas.

 

El dolor de la indiferencia


Los expertos en la atención a los moribundos del sistema de cuidados paliativos están de acuerdo en que lo que más temen los moribundos no es el dolor físico, sino el abandono; no sólo por parte de sus familiares y otras personas cercanas, sino también por parte de la sociedad en general. Los obispos católicos de Irlanda señalan que "aquellos que tienen experiencia en atender a los enfermos terminales y a los ancianos saben que estas personas no temen tanto a la muerte como al ser abandonados y dejados solos. Temen no ser amados más aún que el dolor. Se puede soportar todo, aún la muerte pierde su terror, ante la presencia de aquellos que nos aman."
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Los cuidados paliativos


La atención de los cuidados paliativos puede ser una alternativa a la falsa "necesidad" de la eutanasia. En casa o en un centro de cuidados paliativos, profesionales entrenados, en colaboración con los familiares, pueden darle la mejor atención a las necesidades físicas y emocionales del moribundo. De esta manera, tanto la familia como la sociedad se unen para asegurarse que los enfermos terminales se enfrenten a la muerte con verdadera paz y dignidad.

 

Óptima atención al paciente incurable


La Conferencia de Obispos Católicos del Canadá (CCCB) dijo lo siguiente: "Como católicos recomendamos encarecidamente que el debate actual le preste particular atención a la experiencia del cuidado paliativo que se lleva a cabo en instalaciones y centos especializados. En estos lugares se ha llevado a cabo una labor extraordinaria en cuanto a la defensa de la dignidad de aquellas personas que se enfrentan a la muerte. El cuidado paliativo es una forma de atención médica que reconoce que la cura o el control a largo plazo de la enfermedad ya no es posible para ciertos enfermos. Es una forma de atención médica que se concentra en la calidad del cuidado más que en la cantidad de los años de vida del paciente. Este tipo de cuidado proporciona un tratamiento cuyo principal propósito es el nivel más elevado posible de atención al paciente."
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Esta carga social es condición de humanidad


Cuando una sociedad se preocupa por sus moribundos y por sus ciudadanos con limitaciones físicas o mentales, todo el mundo se beneficia. El Documento de la Santa Sede para el Año Internacional de los Minusválidos de 1981 reconoció que "el respeto, la dedicación, el tiempo y los medios que se necesitan para el cuidado de las personas incapacitadas, aún de aquellas cuyas facultades mentales se encuentran gravemente afectadas, es el precio que una sociedad debe pagar generosamente para poder permanecer siendo verdaderamente humana." Este documento nos enseña que si una sociedad comienza a tratar a sus miembros incapacitados o moribundos como animales en vez de seres humanos dignos de respeto, esa misma sociedad es la que sufre la peor indignidad.

 

La mentalidad pro-eutanasia puede afectar a los cuidados paliativos


Uno de los peligros más grandes para los enfermos terminales hoy es que el propio movimiento de cuidados paliativos está siendo afectado por la mentalidad a favor de los crímenes de la eutanasia y del suicidio asistido. Un ejemplo de esto es el hecho de que la Asociación de Cuidados Paliativos de EE.UU. (American Hospice Association) presentó un documento en el caso de Nancy Cruzan a favor de que se le dejara morir de hambre y sed. [Para saber más sobre el caso de Nancy Cruzan véase El suministro de agua y alimentos por medios artificiales.]

 

Es imprescindible concretar la calidad de los cuidados


Cualquier persona que esté considerando la atención de un centro de cuidados paliativos debe evaluar con mucho cuidado los programas disponibles antes de elegir uno, porque existen grandes diferencias entre los distintos proveedores de este tipo de cuidado. Esto asume una particular importancia a la hora de considerar el cuidado paliativo en el hogar, ya que el moribundo recibirá la atención de una sola persona. En tales casos, la actitud que el trabajador de la salud tenga hacia el carácter sacro de la vida humana es muy importante.

 

 


Nota: Este artículo es traducción de "Can Hospice Care Be an Alternative to Euthanasia?", que se encuentra en Brian Clowes, Ph.D., Facts of Life (Front Royal, Virginia, EE.UU.: Human Life International, 1997), 124-125. Este magnífico libro es una fuente completa de información (en inglés) sobre todos los temas que tienen que ver con la defensa de la vida y la familia. Para obtenerlo diríjase a Vida Humana Internacional, cuyos datos se encuentran en Organizaciones que luchan contra la eutanasia y el suicidio asistido.

 

 


Fuentes: 1. Obispos de Irlanda. Carta pastoral titulada "Human Life is Sacred", 1o de marzo de 1975. Reimpresa el 22 de mayo de 1975 en la edición inglesa del L'Osservatore Romano, órgano informativo del Vaticano. volver 2. Obispos del Canadá, "To Live and Die in a Compassionate Community," 26 de octubre de 1994. Este artículo es traducción del original en inglés del mismo autor, "Can Hospice Care Be an Alternative to Euthanasia?", en Facts of Life (Front Royal, Virginia, EE.UU.: Human Life International, 1997), 124-125, disponible en las oficinas de Vida Humana Internacional o en las de Human Life International, véase Organizaciones que luchan contra la eutanasia y el suicidio asistido. volver

 

¿Se pueden usar analgésicos que causan la pérdida de la conciencia para aliviar el dolor grave?

Por Brian Clowes, Ph.D.
Director del Instituto de Capacitación para la Vida y la Familia de Human Life International

 


Las tres preguntas más comunes que surgen en torno al uso de analgésicos hacia el final de la vida son las siguientes:

1. ¿Pueden usarse si indeliberadamente abrevian la vida del paciente?

2. ¿Pueden usarse si provocan la pérdida parcial de la conciencia?

3. ¿Pueden usarse si provocan la pérdida de la conciencia?

 

Por un fuerte dolor pueden utilizarse analgésicos aun sabiendo que a cortarán la vida del paciente


En general, es moralmente lícito usar analgésicos para aliviar dolores agudos, aún en el caso de que abrevien la vida del paciente moribundo. Se trata de una aplicación del principio del "doble efecto". Según este principio, en casos como éste es gravemente inmoral abreviar la vida de una persona deliberadamente, pero si el propósito principal del fármaco [no habiendo otra alternativa] es aliviar un dolor severo y el aceleramiento de la muerte es sólo un efecto colateral anticipado, el proporcionar el analgésico está permitido.

 

Si la intención no es matar al paciente

 


Sin embargo, esto no constituye un pretexto para permitir el suministro de sobredosis mortales de analgésicos con el objeto de matar al paciente o de abreviarle la vida a alguien que de otra manera viviría más tiempo. El propósito debe ser aliviar el dolor; no eliminar al doliente. De ahí el cuidado que se debe tener en suministrar la dosis adecuada.

 

La Iglesia lo predica


El Catecismo de la Iglesia Católica, número 2279 enseña lo siguiente: "Aunque la muerte se considere inminente, los cuidados ordinarios debidos a una persona enferma no pueden ser legítimamente interrumpidos. El uso de analgésicos para aliviar los sufrimientos del moribundo, incluso con riesgo de abreviar sus días, puede ser moralmente conforme a la dignidad humana si la muerte no es pretendida, ni como fin ni como medio, sino solamente prevista y tolerada como inevitable. Los cuidados paliativos constituyen una forma privilegiada de la caridad desinteresada. Por esta razón deben ser alentados."

 

También cuando se sabe que los narcóticos abreviada la vida


La Declaración sobre la eutanasia de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano (véase
La enseñanza de la Iglesia Católica sobre la eutanasia y el suicidio asistido) clarifica más aún esta enseñanza: "Es conveniente recordar una declaración del Papa Pío XII que conserva aún toda su validez. Un grupo de médicos le había planteado esta pregunta: 'La supresión del dolor y de la conciencia por medio de narcóticos... está permitida al médico y al paciente por la religión y la moral (incluso cuando la muerte se aproxima o cuando se prevé que el uso de narcóticos abreviará la vida)?' El Papa respondió: 'Si no hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el cumplimiento de otros deberes religiosos y morales: Sí.' En este caso, en efecto, está claro que la muerte no es querida o buscada de ningún modo, por más que se corra el riesgo por una causa razonable: simplemente se intenta mitigar el dolor de manera eficaz, usando a tal fin los analgésticos a disposición de la medicina."

 

Deben utilizarse calmantes también cuando el paciente no puede solicitarlos


La mencionada Declaración enseña que los analgésicos pueden ser usados aún cuando causen un estado de semi-inconsciencia: "No sería sin embargo prudente imponer como norma general un comportamiento heróico determinado. Al contrario, la prudencia humana y cristiana sugiere para la mayor parte de los enfermos el uso de las medicinas que sean adecuadas para aliviar o suprimir el dolor, aunque de ello se deriven, como efectos secundarios, entorpecimiento o menor lucidez. En cuanto a las personas que no están en condiciones de expresarse, se podrá razonablemente presumir que desean tomar tales calmantes y suministrárseles según los consejos del médico."

 

Sólo por causa grave se puede privar de la conciencia al moribundo

 


De manera que los médicos pueden usar analgésicos, aún cuando éstos abrevien la vida o causen un estado de semi-inconsciencia, si se cumplen las condiciones ya indicadas. En ciertos casos puede ser prudente usarlos aún si causan la pérdida total de la consciencia, pero sólo si se cumplen las condiciones ya establecidas y además si la persona ha tenido la oportunidad de prepararse adecuadamente para el encuentro con Dios. La Declaración también clarifica este punto diciendo: "Los analgésticos que producen la pérdida de la conciencia en los enfermos, merecen en cambio una consideración particular. Es sumamente importante, en efecto, que los hombres no sólo puedan satisfacer sus deberes morales y sus obligaciones familiares, sino también y sobre todo que puedan prepararse con plena conciencia al encuentro con Cristo. Por esto, Pío XII advierte que 'no es lícito privar al moribundo de la conciencia propia sin grave motivo.'"


Fuente: Véase el libro mencionado en la ntoa al final del artículo anterior, en este caso las páginas correspondientes son las siguientes: 121-122.

 

¿Tiene sentido el sufrimiento humano?

Por Brian Clowes, Ph.D.
Director del Instituto de Capacitación para la Vida y la Familia de Human Life International

 


La sociedad moderna enfatiza mucho la conveniencia, el confort y el evitar el dolor y las pruebas inevitables de la vida. Cuando algo terrible sucede en nuestro trabajo, en nuestra familia o con nuestra salud, tendemos a enojarnos con Dios o a maldecir nuestra mala suerte, en vez de aprender de nuestra experiencia, adquirir sabiduría, fortaleza y valor ante la vida.

 

Desde la fe el dolor que es un derecho de purificación

 


Aún más fundamentalmente, tal parece que hemos olvidado que tenemos un alma inmortal creada a imagen y semejanza de Dios. El alma es lo que nos distingue fundamentalmente del resto del reino animal. Hace medio siglo el Papa Pío XII se preguntaba: "¿No consiste acaso la eutanasia en una falsa compasión que alega evitarle al hombre el sufrimiento purificador y meritorio, no por medio de una ayuda caritativa y loable, sino por medio de la muerte, como si estuviéramos tratando con un animal irracional desprovisto de inmortalidad?"
1 En esta pregunta el Papa estaba resaltando dos grandes propósitos del dolor: la purificación y el mérito.

 

Un cierto grado de sufrimiento que es favorable para todos

 


Cualquiera que haya sufrido mucho dolor durante un período de tiempo se dará cuenta, luego de examinarse interiormente, que ha sido fortalecido por esa experiencia. Se da cuenta de que el dolor no es destructivo, si se sufre durante un tiempo, sino que hace que el hombre se dé cuenta de que tiene la fuerza para vencer los obstáculos y temores que antes parecían ser insalvables. Esto es cierto para todo el mundo, sea la persona cristiana, judía, hindú o atea.

 

No se debe exigir el heroísmo a todos


Por supuesto, si el dolor es muy agudo y se sufre durante demasiado tiempo puede destruir al más fuerte. Por eso es que la Iglesia Católica enseña que no es apropiado esperar que todas las personas manifiesten una virtud heroica, y que los analgésicos pueden ser usados, aún en el caso de que causen un estado de lucidez parcial o el aceleramiento de la muerte en algunos casos. (Véase el artículo precedente.)

 

El sentido salvífico del dolor humano

 


El segundo gran propósito del sufrimiento humano es ganar mérito. La primerísima afirmación de la Carta Apostólica del Papa Juan Pablo II Salvifici doloris sobre el sentido cristiano del sufrimiento humano resalta la constante enseñanza de la Iglesia sobre esta materia: "Suplo en mi carne --dice el apóstol San Pablo, indicando el valor salvífico del sufrimiento-- lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia."

 

 

 


La Declaración sobre la eutanasia del Vaticano nos enseña: "...según la doctrina cristiana, el dolor, sobre todo el de los últimos momentos de la vida, asume un significado particular en el plan salvífico de Dios; en efecto, es una participación en la Pasión de Cristo y una unión con el sacrificio redentor que Él ha ofrecido en obediencia a la voluntad del Padre. No debe pues maravillar si algunos cristianos desean moderar el uso de los analgésicos, para aceptar voluntariamente al menos una parte de sus sufrimientos y asociarse así de modo consciente a los sufrimientos de Cristo crucificado (cf. Mateo 27:34)."
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Un cierto grado de dolor al final de la vida nos permite seguir a Cristo hasta la misma cruz. En cierto modo, sería una inconsistencia el que los cristianos estuviesen dispuestos a sufrir ciertos tipos de indignidad e inconveniencias en nombre de Cristo durante varias décadas de su vida, y luego negarse a participar plenamente en el último y más importante sufrimiento de Nuestro Señor en el momento de su muerte.

 

 


Esto no significa de ningún modo que tengamos que languidecer en agonía hasta el último momento de nuestra existencia, ya que el dolor mismo puede ser una terrible distracción [para nuestro encuentro con Dios]. Sin embargo, se necesita un equilibrio adecuado durante nuestras últimas horas entre el estar plenamente conscientes de que lo que nos está sucediendo en nuestro camino hacia el Calvario y el grado de dolor que podemos soportar.

 

La excelencia del hombre sobre el mero animal


Ponemos "a dormir" a los animales porque su sufrimiento no tiene sentido. No pueden enfrentar la muerte con fortaleza y entereza. Por lo tanto, nuestra única respuesta posible a su tribulación es ponerle fin a su sufrimiento lo antes posible.

 


Lo que los animales necesitan en sus últimos días es que los traten humanitariamente; lo que los seres humanos necesitan en sus últimos días es que lo tratemos humanamente, es decir, como seres humanos dignos de respeto --ofreciéndoles nuestra compañía, dándoles ánimo para mantener su fortaleza-- y, cuando el dolor es grave, proveyéndoles lo mejor que la medicina puede ofrecer para aliviar su dolor. Pero no podemos tratar a las personas como a los animales, con la inyección lista para "ponerlos a dormir". No, debemos respetar su dimensión espiritual y el plan de Dios para sus vidas.


Nota: Véase el libro mencionado en la nota al final del primer artículo de esta ventana, en este caso las páginas correspondientes son: 145-146.


Fuentes: 1. Alocución del Papa Pío XII al Congreso de la Unión Internacional de Ligas de Mujeres Católicas, Roma, Italia, 11 de septiembre de 1947. volver 2. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración sobre la eutanasia, 5 de mayo de 1980. Sección III, "El cristiano ante el sufrimiento y el uso de los analgésicos". volver

 

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